Una vez pasado el Domingo de Ramos, pero aún latente en nuestras retinas lo vivido, quiero enviaros este mensaje de agradecimiento, a todos los hermanos que desde dentro o desde fuera habéis colaborado para que todo saliera tan bien como salió. A los hermanos que portaron las insignias que sufrieron el largo recorrido, al cuerpo de acólitos que portaban los pesados ciriales, a los monaguillos que los asistían eficazmente, a las Cofradías que nos acompañaron, a los "locos del olivo" como cariñosamente llamamos a esas dos cuadrillas de costaleros que dieron lo mejor de si, para que el Señor fuese llevado al centro como se merece, al equipo de capataces y contraguías por su gran trabajo, a los sacrificados nazarenos con cirio que acompañaron al Señor con su luz durante todo el duro recorrido, a los diputados de tramo, a la Agrupación Musical del Cristo Yacente por su gran compromiso generosidad y una gran interpretación.
Sin vosotros no podríamos ser lo que somos, una gran Hermandad.
Cómo cada año cientos de vecinos nos acompañaron durante todo el recorrido, mi más sincero agradecimiento para ellos también.
Se hizo un gran sacrificio como cada año, pero disfrutamos de un gran día , aunque cierto es, que el tiempo nos dió un buen susto con la lluvia, que comenzó a caer justo a la hora de la salida, pero que
finalmente paró a los diez minutos, y después pudimos salir con ese retraso pero con normalidad, llegando puntualmente a las siete a la iglesia de San Juan. Señalar también la gran petalada recibida en el balcón perfectamente engalanado de la calle San Pedro. Llegamos a San Juan y siempre recibidos de forma excepcional por la Cofradía de los Ramos, a la que agradezco desde estas líneas su gran recibimiento. El regreso siempre es duro, pero a las diez ya estábamos en nuestra parroquia, los más pequeños aguantaron y podía verse en sus rostros aún esa ilusión. No quiero dejar de agradecer también a nuestros hermanos Ángel, Campanon y Álvaro, que llevaban el carro tan necesario en el largo recorrido.
Gracias y mil gracias a todos, pero lo mejor siempre está por llegar, porque los hermanos de la Esperanza del Vivero siempre estamos dispuestos a trabajar para conseguir la excelencia que se merece nuestra Hermandad.
Que Nuestro Padre Jesús de la Humildad y su Madre María Santísima del Dulce Nombre de Esperanza os bendigan y protejan a vosotros y vuestras familias. ¡VIVA LA HERMANDAD DE LA ESPERANZA DEL VIVERO!